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Es un sistema operativo muy fácil de usar. Existe abundante documentación sobre la mayoría de las distribuciones Linux y, además, la comunidad de usuarios siempre se muestra muy receptiva a la hora de resolver cualquier tipo de duda. Algunas de las distribuciones más sencillas son Fedora, Ubuntu, PopOS, Linux Mint y Raspbian. En el caso de los entornos de escritorio se puede empezar utilizando GNOME, KDE o LXDE.
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Hay vApp gratuitas para realizar cualquier tarea. Se han desarrollado cientos de softwares gratuitos para Linux de muy buena calidad, como LibreOffice y GnuCash, que no tienen nada que envidiar a sus homólogos privativos.
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Seguridad. Es un sistema operativo muy seguro, que registra menos ataques a través de virus o malware que otros SO. Además, se pueden implementar soluciones Open Source para blindar los equipos Linux, como ClamAV o Rootkit Hunter. Un aspecto muy importante es que se respeta la privacidad de los usuarios, su información no se comparte con gigantes tecnológicos como sucede en el caso de Microsoft o Apple.
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Libertad. Linux te da la libertad de escoger el sistema operativo que quieras ya sea para un ordenador personal, de trabajo, un servidor o, por ejemplo, un firewall. No hay que adquirir actualizaciones o extensiones para ampliar las capacidades del sistema y no tiene limitaciones de ningún tipo. Lo mejor de todo es que se puede compartir el conocimiento con el resto de la comunidad, algo que resulta muy enriquecedor.
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Estabilidad. Este SO es fiable y estable. Las actualizaciones no requieren reiniciar el equipo ni es obligatorio instalarlas para el sistema siga funcionando con fluidez. Además, soporta una amplia variedad de periféricos.
Si finalmente os decidís a probar Linux, ni siquiera tenéis que comprar un nuevo dispositivo. Para probarlo basta, por ejemplo, con descargar la distribución que queráis y cargarla en un USB para instalarla en un ordenador que ya no utilicéis.
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